Francia ya aprueba castigar penalmente la obsolescencia programada. Impresoras que dejan de funcionar tras un número de copias, frigoríficos que ya no enfrían aunque tengan pocos años, bombillas que se apagan antes de tiempo… son algunos de los ejemplos de la llamada obsolescencia programa o planificada. ¿Qué soluciones tenemos a nuestro alcance para eliminar estas fechas de caducidad absurdas e irracionales? Desde el conocido decrecimiento, hasta el Movimiento SOP (Sin Obsolescencia Programada) pasando por las empresas que respetan el planeta con el modelo de producción “de la cuna a la cuna”. Todas las alternativas coinciden en un respeto por la naturaleza, en definitiva, por la vida.
La obsolescencia programada como Wikipedia define, es: “el fin de la vida útil de un producto o servicio, de modo que, tras un período de tiempo calculado de antemano por el fabricante o por la empresa durante la fase de diseño, éste se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible”.
Se considera que el origen de esta práctica se remonta a los años 30 del pasado siglo, cuando Bernard London, un comerciante norteamericano propone terminar con la Gran Depresión lucrándose a través de la obsolescencia planificada y obligada por ley, aunque nunca se llevase a cabo. Como explica Gerardo Álvarez en el blog Vivimos, Soñamos y Respiramos nuestra pasión, la idea pasó inadvertida entonces, pero resurgió de nuevo en los años cincuenta, cuando se sientan las bases de la sociedad de consumo actual. La industria entra en el juego de la seducción para incitar a las personas a comprar. Se unen en este camino la publicidad y la obsolescencia programada para crear una cultura del consumismo sin límites.
El alcance de la obsolescencia no se queda en productos que dejan de funcionar tras unas determinadas horas, va mucho más allá. La obsolescencia de deseo, psicológica o percibida, se muestra cuando el producto funciona perfectamente, pero el estilo consumista conduce a un cambio, a una sustitución. Tirar algo porque ha pasado de moda. ¿Te suena?
¿Tiene sentido que compremos sin consciencia? ¿Nos hemos cuestionado que aunque un aparato tenga un coste “bajo” estamos contaminando al adquirirlo? ¿Realmente necesitamos tantas cosas?
Soluciones a la obsolescencia
Una de las máximas que rompe con la obsolescencia programada es: “No lo Tires, Repáralo”. De hecho crecen las iniciativas en las redes sociales como refleja el hashtag activo de Twitter #YoNoTiro.
Ya hablamos hace un mes en buenasterapias.es de decrecimiento. Es una de las soluciones que plantean millones de seres humanos bajo el lema de “Menos para Vivir Mejor”.
Otra apuesta en marcha está en el El Movimiento SOP, Sin Obsolescencia Programada. Estamos ante una nueva manera de pensar y de hacer las cosas como ellos mismos definen la iniciativa: “Crear un nuevo sistema en que los productos estén diseñados y hechos para durar para siempre, que nadie nos obligue a gastar innecesariamente y ser más respetuosos con nuestro planeta”.
Partiendo del lema “Reduce, Reutiliza y Recicla” el Movimiento SOP se cuestiona el sistema de “compra y venta” que genera consecuencias desastrosas para tod@s los seres vivos. Esta iniciativa ya ha cruzado fronteras y florece en otros países. En Francia, por ejemplo, la legislación incluso prepara sanciones como recogen numerosos diarios, entre ellos ecoportal.net.
Sin embargo me cuestiono, ¿necesitamos multas para cambiar nuestra forma de vivir en el planeta? ¿La obsolencia programada forma parte de la loca carrera de consumir, consumir y consumir dentro un sistema capitalista? ¿No te suena a siglo pasado ya esta prisa por gastar? El poder sigue en nuestras manos cuando decidimos ¿qué, cuánto y dónde compramos?
Soluciones, infinitas, tantas como seres humanos, de ahí que el Movimiento SOP esté acogiendo a empresas que buscan algo más que una cuenta de resultados, emprendedores comprometidos con una vida sana y real para todo el planeta.
La obsolescencia en imágenes
Tiempo ahora para las claves de la filosofía «de la cuna a la cuna». Este movimiento parte de la obra “Cradle to Cradle” de Michael Braungart y William McDonough. Estos escritores predican con el ejemplo: su libro está impreso con tinta no tóxica en material hecho a partir de resinas resistentes al agua. Además, finalizada su vida útil se transforma en abono para las plantas.
De la cuna a la cuna plantea crear y construir de manera intuitiva, imitando a la naturaleza. Desde edificios que no necesiten maquinarias para calentarse o enfriarse, hasta ropa que prácticamente se pueda comer porque no lleve componentes tóxicos.
Numerosos impulsores hablan de un aprendizaje de la naturaleza que no genera residuos, sólo produce nutrientes, hojas que se caen y se convierten en alimentos para un ecosistema maravilloso y en completo equilibrio. De la cuna a la cuna plantea que dejemos de fabricar residuos.

La naturaleza que no genera residuos sólo produce nutrientes.
En todos los campos hay soluciones; en el informático, la web pcactual.com nos ofrece consejos para abordar la obsolescencia programada de nuestros ordenadores e impresoras.
Cuando hablamos de obsolescencia existe un documental que narra con todo detalle el discurrir de este fenómeno. Hablamos del reportaje “Comprar, tirar, comprar” dirigido por Cosima Dannoritzer y coproducido por Televisión Española.